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Internet influencia nuestros procesos cognoscitivos

¿Modifica el Internet nuestros procesos cognoscitivos? ¿Visión desconcertante o solamente la “otra cara de la moneda”?

Dr. Óscar Diez Martínez,

Profesor de Tiempo Completo del Departamento de Psicología.

A partir del desarrollo de la computadora personal a finales de la década de los 70, y la introducción en algunos países de los teléfonos celulares en la década siguiente, la tecnología digital se ha vuelto una parte importante de la vida cotidiana y una forma creciente de comunicación humana (Watt, 2010). A lo largo de estos años se han expresado preocupaciones acerca de cómo esta tendencia pueda afectar el desarrollo del lenguaje en los niños (p. ej., Subrahmanyan y cols., 2000). Estos investigadores consideran que dichas tecnologías pueden estar influyendo en los tipos de habilidades de comunicación que los niños utilizan y cómo estas habilidades se desarrollan durante la niñez y la adolescencia. El incremento vertiginoso de la tecnología digital en nuestra sociedad significa que sus efectos pueden tener consecuencias de proporciones extraordinarias. En la actualidad hay opiniones encontradas respecto a sus posibles beneficios y perjuicios.

En los Estados Unidos, alrededor de tres cuartas partes (76 por ciento) de todos los niños de 3 a 17 años vivían en un hogar con una computadora, y el 83 por ciento de los 57 millones de niños inscritos utiliza una computadora en la escuela, permitiendo la difusión de esta generación más de la tecnología que sus predecesores (U.S. Census Bureau, 2005). La diferencia en el uso de las tecnologías de comunicación digital entre las generaciones, ha llevado a distinguirlas por ello. El concepto nativos digitales (“digital natives”) fue acuñado por Marc Prensky en un ensayo titulado “La muerte del mando y del control”; en él los describía como aquellas personas que habían crecido con la red y lo que ésta involucraba (http://blog.luismaram.com/2010/09/07/que-son-los-nativos-digitales/). Según Luis Maram, autor del blog recién citado, el término describe a los menores de 30 años, que han crecido con la tecnología y, por lo tanto, tienen una habilidad innata en el lenguaje y el entorno digital. Las herramientas tecnológicas ocupan un lugar central en sus vidas y dependen de ellas para todo tipo de cuestiones cotidianas como estudiar, relacionarse, comprar, informarse o divertirse. En contraste, los inmigrantes digitales son aquellos que se han adaptado a la tecnología y hablan su idioma pero con “un cierto acento”. Estos inmigrantes son fruto de un proceso de migración digital que supone un acercamiento hacia un entorno altamente tecnificado. Se trata de personas mayores de 35 años que no son nativos digitales y han tenido que adaptarse a una sociedad cada vez más tecnificada.

Los niños y jóvenes comúnmente usan las computadoras para correr programas educativos y juegos, como procesador de textos, y para tener acceso a Internet (U.S. Census Bureau, 2005). Las actividades comunes entre los adolescentes también incluyen la lectura o el envío de correo electrónico, el enviar y recibir mensajes instantáneos, hacer compras, recibir noticias, y tener acceso a páginas Web de entretenimiento, música o deportes.

La investigación sobre los efectos de la computadora y el uso de Internet en los niños es limitada y a menudo no se controlan diversos factores. Algunas investigaciones indican que quienes tienen acceso a computadoras muestran una ligera mejoría en el desempeño en matemáticas y en habilidades de lectura (Attewell y Battle, 1999; Shields, y Behrman, 2000). Sin embargo, existe una preocupación generalizada de que los niños pueden estar expuestos a materiales inapropiados (p. ej., violencia y pornografía). Además, hay investigaciones que sugieren que la exposición a material violento (de carácter sexual o no) se asocia con una falta de sensibilidad ante la violencia, con el aumento de la hostilidad y la imitación de comportamientos violentos, y con una mayor ansiedad y miedo entre niños y jóvenes (National Research Council and Institute of Medicine, 2001). Por último, el tiempo que pasan frente a la computadora también puede reducir el tiempo dedicado al ejercicio o la actividad física, y puede poner a los niños en riesgo de desarrollar obesidad y exponerlos a adquirir problemas oculares, de la muñeca y la espalda (6).

Conviene señalar que muchas de las preocupaciones con respecto a los efectos de las tecnologías de la comunicación se basan en pruebas anecdóticas. La introducción y proliferación de nuevas tecnologías suele ir acompañada de escepticismo general y, a veces, de pánico acerca de las posibles consecuencias negativas a futuro, sobre todo cuando están implicados los niños (Johnson, 2006). Las invenciones del teléfono, y posteriormente de la televisión y los videojuegos, causaron preocupación en relación a las implicaciones individuales y sociales de su utilización. Generalmente, las primeras investigaciones que se realizan, acerca del impacto de las nuevas tecnologías y su integración a la sociedad, son profundamente afectadas por mitos y pesimismo (Ibid). Estas actitudes a menudo se perpetúan por la influencia de los medios de comunicación establecidos. La investigación también ha revelado que existe una “brecha generacional” respecto a lo “digital” (Watt, 2010). Por lo tanto, las diferentes generaciones expresan puntos de vista que difieren en cuanto a la percepción de los méritos de las nuevas tecnologías. Por ello, es necesario estar seguros que los reportes de temores específicos relacionados se apoyen en investigaciones serias. Si la evidencia sugiere que las tecnologías son negativas para el desarrollo cognoscitivo de los que las usan, es importante destacarlo y analizarlo a profundidad. Por el contrario, si la evidencia sugiere que las nuevas tecnologías de comunicación tienen un impacto positivo sobre dicho desarrollo, puede resultar necesario implementar políticas de gobierno que promuevan la igualdad en el suministro de este recurso educativo para todos.

Nicholas Carr es un escritor norteamericano especializado en tecnología que ha escrito varios libros destacados y es colaborador activo de importantes revistas y periódicos de Estados Unidos y Europa. En su reciente libro “Superficiales: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?”, advierte que se “… está erosionando la capacidad de controlar nuestros pensamientos y de pensar de forma autónoma”. En una entrevista dada al diario español El País en enero de este año, asegura que ya no piensa como antes. Relata que esta sensación de haber cambiado le ocurre sobre todo cuando lee. Describe que antes se sumergía en un libro y era capaz de leer sin parar por horas, pero ahora sólo aguanta unos párrafos. Se desconcentra, se inquieta y busca otra cosa que hacer (Bárbara Celis. Un mundo distraído. Entrevista: En portada. Babelia 29/01/2011. El País. España, 2011). En el libro añade: “La lectura profunda que solía suceder de forma natural se ha convertido en un esfuerzo”. Dicho libro ha causado una polémica considerable porque analiza los efectos adversos de las nuevas tecnologías sobre la mente humana. Esto es muy importante en un mundo en el que buena parte de la población mundial es “internauta”. En realidad, Carr empezó a exponer sus ideas acerca de los efectos nocivos del uso de Internet, desde que escribió un provocador artículo publicado en 2008 (Is Google making us stupid?, The Atlantic, 2008). Comenzó a preguntarse si la causa de su aparente desconcentración y dificultad lectora, no sería debida precisamente a su entrega diaria a las multitareas digitales (multitasking). Es decir, pasar muchas horas frente a una computadora, saltando sin cesar de uno a otro programa, de una página de Internet a otra, mientras se habla por Skype, se contesta un correo electrónico o se pone un link en Facebook (9). “Cada vez que encendemos la computadora, nos sumergimos en un “ecosistema de tecnologías de la interrupción”; interactividad, hipervínculos, multimedia y el volumen sin precedentes de información disponible en línea, son las principales razones por las que nos atrae Internet. Mientras se expande nuestro uso de la Red, otros medios de comunicación se contraen: música, cine, correo, ediciones impresas en papel”.

Su búsqueda de respuestas lo llevó más adelante a escribir el libro que comento. Carr, lo inicia afirmando que la Web está debilitando nuestra capacidad de concentración y contemplación. Se pregunta: ¿Y si toda mi lectura es online no tanto porque ha cambiado mi forma de leer, sino porque lo que ha cambiado es el modo como pienso? Sostiene que la multitarea, favorecida por el uso de Internet, nos aleja de formas de pensamiento que requieren mantener la atención en forma sostenida. Esta forma de proceder nos convierte en seres más eficientes en el procesando información, pero menos capaces de profundizar acerca del significado de esa información. Al hacerlo, Internet no solo nos deshumaniza un poco sino que nos uniformiza. “En el lado positivo, utilizar la Red parece mejorar algunas capacidades visuales, como por ejemplo seguir distintas imágenes en una pantalla. Pero, por el lado negativo, parece dañar nuestra capacidad para mantener la atención, lo que sostiene la contemplación, la introspección, la lectura profunda y otras aptitudes mentales valiosas (Entrevista Babelia 1001, El País, Enero 2011). Agrega: “Lo que perdemos es nuestra capacidad para mantener una línea de pensamiento sostenida durante un periodo largo” (Superficiales ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? Taurus, 2011). Respecto a la cuestión de si se están desactivando algunas partes de nuestro cerebro por culpa de Internet, responde: “…Creo que cada tecnología de información y comunicación fomenta algunas maneras de pensar y desalienta otras. Y los cambios resultantes en nuestros hábitos mentales también causan cambios físicos en el cerebro. La Red disuade el pensamiento con atención – nos bombardea con distracciones e interrupciones – y como resultado, creo que debilita nuestra capacidad para filtrar las distracciones y centrarnos en una cosa, o una línea de pensamiento durante un periodo de tiempo dilatado” (11). Sin embargo, añade cautelosamente: “Las personas piensan de manera distinta así que los efectos de la Red variarán dependiendo de la persona que la utilice”. Atribuye que la gente tienda a ser compulsiva en el uso de la Red a que “….cada vez que recibimos un nuevo mensaje o una información online, nuestro cerebro libera dopamina”. La dopamina es una sustancia química cuya liberación en ciertos sitios del cerebro produce sensaciones placenteras y, por ello, se ha relacionado con muchos tipos de adicciones. Agrega Carr al respecto: “…esto probablemente ayude a explicar cuán a menudo nos comportamos como esclavos de la tecnología”. En su opinión, los usuarios de la Red “…perderemos algunas de las capacidades cognitivas más importantes.

¿Y cómo leen los internautas? se pregunta Carr. Lo responde detalladamente en su libro. Una magnifica reseña de dicho libro, escrita por Jesús Anaya Rosique, fue publicada en su columna del diario Milenio (Criba, Julio 2011). En relación a la pregunta planteada al inicio de este párrafo, Anaya resume la respuesta de Carr de manera sobresaliente. Por ello, transcribo casi textualmente lo aparecido al respecto en su artículo periodístico:

Estamos evolucionando de ser cultivadores de conocimiento personal a cazadores recolectores en un bosque de datos electrónicos”. Cuando nos conectamos a la Red, entramos en un entorno que fomenta una lectura superficial, un pensamiento apresurado y distraído, alejado de la reflexión crítica y creadora. “La Red atrae nuestra atención sólo para dispersarla “. Surge entonces “un comportamiento lector basado en la pantalla”, al que no podemos sustraernos, caracterizado por “la navegación, la exploración, el aislamiento de palabras clave, una lectura aleatoria, ni lineal ni fija… sumamente adictiva”. Experimentamos hoy lo opuesto a la trayectoria seguida a principios de la civilización. “Estamos evolucionando de ser cultivadores de conocimiento personal a cazadores recolectores en un bosque de datos electrónicos”. Cuando nos conectamos a la Red, entramos en un entorno que fomenta una lectura superficial, un pensamiento apresurado y distraído, alejado de la reflexión crítica y creadora. “La Red atrae nuestra atención sólo para dispersarla… Al leer online perdemos la lectura profunda”. Nuestro cerebro incorpora dos tipos de memoria bien diferentes: una a corto plazo (memoria de trabajo, el bloc de notas de la mente), y otra a largo plazo (su archivo). Ambas memorias implican procesos biológicos diferentes. La profundidad de la inteligencia gira en torno a nuestra capacidad de transferir información de la memoria de trabajo a la de largo plazo. Cuando forzamos al límite esta última, es difícil distinguir lo relevante de lo que no lo es. “Nos convertimos en descerebrados consumidores de datos… Intenten leer un libro mientras resuelven un crucigrama: tal es el contexto intelectual de Internet.

La misma idea de Carr, en relación a los efectos de Internet sobre nuestros procesos de memoria, se expresa dramáticamente en una formidable imagen del caricaturista llamado “El Roto”, que apareció también en El País: “Gracias a las nuevas tecnologías, me informo al segundo y lo olvido al instante” (EL Roto. El País. Jueves 13 de octubre de 2011).

Referencias:

1. Helen J. Watt. How Does the Use of Modern Communication Technology Influence Language and Literacy Development? A Review. Contemporary Issues In Communication Science and Disorders, Volume 37, 141–148, Fall 2010.

2. Subrahmanyam, K., Greenfield, P., Kraut, R., & Gross, E. (2000). The impact of computer use on children’s activities and development. The Future of Children, 10(2), 123–144.

3. US Census Bureau (2005) Computer and Internet use in the United States: 2003. Retrieved December 15, 2007, from http://www.census.gov/prod/2005pubs/p23-208.pdf

4. (http://blog.luismaram.com/2010/09/07/que-son-los-nativos-digitales/)

5. Attewell, P., and Battle, J. (1999). Home Computers and School Performance. The Information Society. 15:1-10.

6. Shields, Margie K., and Behrman, Richard E. (Fall/Winter 2000). “Children and ComputerTechnology: Analysis and Recommendations.” Future of Children, 10(2).

7. National Research Council and Institute of Medicine, 2001. Non-technical Strategies to Reduce Children’s Exposure to Inappropriate Material on the Internet: Summary of a Workshop. Board on Children, Youth, and Families and Computer Science and Telecommunications Board. Joah G. Iannotta, ed. Washington, D.C.: National Academy Press.

http://www.nap.edu/books/0309075912/html/

8. Johnson, G. M. (2006). Internet use and cognitive development: A theoretical framework. E-Learning, 3(4), 565–573.

9. Bárbara Celis. Un mundo distraído. Entrevista: En portada. Babelia 29/01/2011. El País. España, 2011.

10. Nicholas Carr, Superficiales. ¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes? (tr.del inglés por Pedro Cifuentes, The Shallows. What the Internet is Doing to our Brains, Norton, New York 2010), Taurus, Madrid-México 2011, 344 pp.

11. Suplemento Cultural Babelia 1001 – Autor de ‘Superficiales: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?’ Lunes, 31 de Enero de 2011

12. Carr Nicholas. Is Google Making Us Stupid? What the Internet is doing to our brains.Atlantic Magazine. July/August 2008.

13. Jesús Anaya Rosique. Leer en Internet/ 3. Criba. Política. Milenio. 30 de Junio, 2011.

http://impreso.milenio.com/node/8984182

14. EL Roto. El País. Jueves 13 de octubre de 2011.

15. Imagen obtenida de http://leboytownshow.com/12183

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