Por: Dr. René Reyes Mazzoco, rene.reyes@udlap.mx
Profesor de tiempo completo del Departamento de Ingeniería Química, de Alimentos y Ambiental
Una revisión al Atlas Digital del Agua México 2012 (Sistema Nacional de Información del Agua) me lleva a la conclusión de que la información, aunque escasa, es suficiente para entender que la tecnología y regulaciones para evitar la sobreexplotación y la contaminación de los cuerpos de agua no se han usado correctamente.
Envuelta en recursos informáticos llamativos, la información puede dar la impresión de que los problemas no son tan graves. Se presentan mapas con la red de monitoreo de la calidad del agua o de las instalaciones de plantas de tratamiento de agua residual que parecerían cubrir todo el territorio nacional. Luego las cifras se combinan para concluir que la calidad aceptable se encuentra en porcentajes elevados de los sitios muestreados para cada uno de los tres indicadores seleccionados (96.9% para SST, 88.7% para DBO5 y 74% para la DQO). No se aclara qué valores de estos parámetros corresponden a la calidad aceptable pero, al observar la realidad de los ríos de cualquiera de las regiones hidrológicas, sabemos que tendrían que ser valores de concentración muy altos.
La descripción de la situación del tratamiento del agua residual da una visión más clara. Se trató 44.7% del agua residual descargas municipales recolectadas en el alcantarillado (6.59 km3/año); pero se removió solo 36.5% de la carga contaminante (0.65 millones de DBO5/año).
El otro componente es el grado de presión sobre el recurso hídrico, que es fuerte en 9 de las 13 regiones hidrológicas administrativas –en las que se encuentran las principales ciudades y actividades económicas del país–. Esto quiere decir que estamos consumiendo mucha más agua de la que es posible captar en el balance hidrológico. La sobreexplotación de 1.4 km3/año es el 20% del agua consumida en las poblaciones y afecta sobre todo a las regiones más pobladas.
La ley nacional de aguas, con su normatividad, protege al recurso pero no se cumple en muchos sitios. La extracción de agua desmedida ha hecho que se reduzcan los niveles de los mantos freáticos en un gran número de valles del país y tampoco se logran los objetivos de depuración tanto de las aguas residuales municipales como de las industriales.
El ejemplo cercano que es necesario mencionar es San Andrés Cholula. El uso de pozos para suministro del agua ocurre en cada casa y se mantiene la costumbre en todos los conjuntos habitacionales que se han construido. Además, esto ha permitido que se comercialice el agua y se envíe a otras poblaciones. Es un caso más en que está ocurriendo la tragedia de los bienes comunes, que son sobreexplotados. El resultado es que el manto freático ha disminuido a una velocidad de medio metro de profundidad por año. Las consecuencias, además de la pérdida del agua, son la pérdida de la resistencia del suelo para soportar las construcciones. Cada vez con más frecuencia veremos que las casas sufren cuarteaduras, como ya ocurrió con varias de las casas más antiguas de la zona residencial UDLAP. Es necesario retomar este asunto para motivar la acción de la autoridad que tiene la responsabilidad del manejo del agua que es CONAGUA.