Elaborado por: Mtra. Viorica Ghizela Balint
Profesora de tiempo completo
Departamento de Economía
En lo que va del presente año, constantemente fuimos testigos de los ajustes a la baja de la tasa de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) mexicano. El sentido común nos indica que algo anda mal, y muchos no entendemos bien por qué.
Los economistas emplean la tasa anual del crecimiento del PIB como un instrumento de medición del “estado de salud” de la economía de un país. El PIB es un indicador macroeconómico que expresa el valor monetario de la totalidad de bienes y servicios que produce un país durante un periodo de tiempo dado, por lo general un año.
México debería tener una tasa anual de crecimiento del PIB alrededor de 7%, para poder alcanzar sus principales metas macroeconómicas, una de las cuales sería sin duda, garantizar empleo para todos los mexicanos. Sin embargo estamos bastante lejos de esta meta, debido a que la tasa promedio de crecimiento económico de los últimos 30 años en el país fue únicamente de 2.4% anual. Surge la inquietud natural: ¿dónde está el problema?
Según declaraciones recientes de Videgaray, actual Secretario de Hacienda, la principal causa del bajo crecimiento de los últimos 15 años fue la falta de reformas estructurales. En lo que va del presente sexenio se implementaron ya varias reformas: Reforma Educativa, Reforma Fiscal, Reforma Laboral, Reforma Energética, Reforma de Competencia Económica, Reforma de Telecomunicaciones, sin embargo el panorama de crecimiento económico de México no mejora.
Al inicio de este año la tasa de crecimiento económico prevista para nuestro país fue de 3.7%, sin embargo recientemente ya fue ajustada a la baja, entre un rango que oscilará entre 2.3 a 3.3% al finalizar el presente año. Si recordamos que el año pasado (primer año del sexenio de Enrique Peña Nieto), el país solo creció al 1.1%, las esperanzas sobre mejoras en el presente año se vuelven bastante pesimistas.
Videgaray argumenta que los frutos de todas estas reformas estructurales se harán presentes a mediano plazo, probablemente para el 2015. A su vez Ildefonso Guajardo, en su calidad de Secretario de Economía, refiriéndose al comportamiento económico del país, recientemente afirmó “no nos equivoquemos, el cortoplasismo del análisis de la dinámica económica no nos debe engañar”.
Lo anterior suena fácil. Sin embargo la sociedad mexicana ya no confía mucho en promesas futuras. Se requieren de medidas inmediatas para detener: la caída del consumo privado, la disminución del poder adquisitivo y la reducción de la inversión privada.
El alza de impuestos al consumo que inició en enero de este año, con la introducción al IVA en nuevos productos (pan de dulce, chocolates, galletas, mermeladas, transporte terrestre y forráneo etc.), fue un golpe severo al bolsillo de la mayoría de las familias mexicanas.
Desde mi punto de vista personal, las principales causas de este lento crecimiento económico nacional son: la baja productividad laboral, los bajos niveles educativos promedio, la falta de planeación a largo plazo, la inseguridad y la corrupción, entre otras. Estas deberían ser las principales prioridades por atender, si queremos corregir el rumbo país.