Expresiones UDLAP

La escritura femenina en el México del siglo XIX

Dra. Clemencia Corte Velasco

Profesora del Departamento de Letras, Humanidades e Historia del Arte

clemencia.corte@udlap.mx

Durante el siglo XIX, los constantes enfrentamientos entre conservadores y liberales marcaron la tendencia política, administrativa y cultural que trataba de perfilar a nuestra joven nación. En el verano de 1867, después de la captura y muerte de Maximiliano de Habsburgo, se inicia la restauración de la República. Este momento de relativa paz propició que se retomaran las intenciones de forjar la cultura del país. Ignacio Manuel Altamirano convocó de manera urgente a la unión de todos los mexicanos para restaurar la vida cultural que había estado estática durante los años de lucha armada e inició la publicación del semanario cultural «El Renacimiento», título que aludía al resurgimiento de México y donde colaboraron escritores de diferentes tendencias políticas, tanto hombres como mujeres.

La participación de las mujeres en la vida cultural de esta época empezó a tomar cada vez más mayor importancia. Durante las primeras décadas del siglo XIX, algunas mujeres concurrían a tertulias y asociaciones literarias, pero en la segunda mitad del siglo fueron reconocidas principalmente por su labor poética. En la década de los setenta, surgen las primeras revistas literarias femeninas, no sólo dirigidas a lectoras sino escritas, algunas de ellas, por mujeres: «La Ilustración», «La Siempreviva», «Las Hijas del Anáhuac», «Violetas del Anáhuac» o «El Álbum de la Mujer». De acuerdo con Lilia Granillo Vázquez y Esther Hernández Palacios Mirón, las mujeres escritoras de esta época estaban emparentadas o provenían de las clases sociales altas; además, cubrían y exaltaban el perfil deseable para la mujer de esposas-madres cuyos escritos, al salir de la esfera doméstica, enaltecían a la patria. Los textos escritos por las mujeres, y ellas mismas, se fueron transformando poco a poco, hasta ejercer una crítica social y moral, que cuestionaba su forma de vida y los atributos propios de su sexo.

Leticia Romero Chumacero considera que la inclusión de las colaboraciones femeninas en «El Renacimiento» fue uno de los acontecimientos inaugurales de «la época dorada de las poetisas mexicanas» (1870-1910). Aunque las escritoras también producían narrativa, ensayo, obras teatrales y periodísticas, sólo se alude a sus poemas en los libros de historia y crítica literaria, así como en las notas necrológicas de la época. Según Romero Chumacero, la razón de elogiar sólo la producción poética y dejar constancia de ello al grado de que en buena parte del siglo XX se creyó que las escritoras decimonónicas sólo habían tenido interés en la poesía, se debió al presupuesto de que escribir versos no las alejaba de su esfera socio-simbólica, mientras alabaran a la familia y a la nación y no dejaran el ámbito privado. En cambio, aquellas que escribían ensayos, narrativa y tocaban otros géneros, eran percibidas como una amenaza, puesto que usurpaban y cuestionaban tareas atribuidas exclusivamente a los hombres y penetraban en el ámbito público.

Lo cierto es que las escritoras de la segunda mitad del siglo XIX supieron aprovechar la tendencia romántica de la época, se suscribieron a la tarea de renovación republicana y, muchas de ellas, gozaron del reconocimiento que se les otorgó durante el Porfiriato. A pesar de las críticas a sus escritos, de las dudas en llamarlas «poetas», «poetisas» o «literatas», es justo reconocer a quienes como Ignacio Manuel Altamirano, Francisco Sosa, José María Vigil o Enrique Chávarri les brindaron consejos para su profesionalización desde el punto de vista técnico, apoyaron su presencia en el marco ideológico del liberalismo y contribuyeron a difundir su obra en situaciones no pocas veces adversas.

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