Políticas públicas y envejecimiento poblacional: un reto para la educación superior
Por: Doctora Miriam Trápaga Ortega, miriam.trapaga@udlap.mx
Profesora de tiempo completo del Departamento de Psicología
La población mundial envejece de manera acelerada, es un problema reconocido desde hace más de tres décadas, cuando se celebró la Primera Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento en Viena. En su plan de acción se plantea, entre otros objetivos, “Alentar el desarrollo de una enseñanza, una capacitación y una investigación que respondan adecuadamente al envejecimiento de la población mundial y fomentar el intercambio internacional de aptitudes y conocimiento en esta esfera”.
Algunos datos de interés en México, según estudios del INEGI de 2013: el grupo poblacional de 60 años y más pasó de 5.6% en 1970 a 9.07% en el 2010; la cantidad de adultas y adultos mayores por cada 100 infantes en el año 2000 era de 20,5, en el 2010 la proporción pasa a ser de 30.9 adultas/os mayores por cada 100 niñas/os. Otro dato interesante es el fenómeno denominado “feminización del envejecimiento”: la relación hombre/mujer, que se modifica a favor de un incremento de la mujer a medida que transcurre el tiempo; de modo tal que mientras en el grupo de 60 a 64 años se hallan 90 hombres por cada 100 mujeres, en el grupo de 85 años y más esta relación es de 73.5 hombres por cada 100 mujeres. Este “triunfo demográfico” indica, según pronósticos del Consejo Nacional de Población, que la cifra de adultos mayores con que cuenta hoy el país, será duplicada para el 2030. Y lo no menos importante, muchas de las personas en este grupo de edad carga con otros problemas que agudizan su vulnerabilidad: pobreza, dificultad en la inserción social y laboral, en el acceso a los servicios sociales, educativos y médicos, entre otros.
Ante este panorama, la primera idea que aparece en muchas mentes es: es necesario fortalecer las políticas públicas para promover el bienestar de los adultos mayores y, en todo caso, esa es tarea de las autoridades públicas. Sin embargo, si bien la política es elaborada o decidida por autoridades legalmente constituidas, su génesis radica en el interés colectivo en el tema, en la demanda generada por las deficiencias con que se trata el tema en la sociedad y en el consenso de que es un asunto que requiere medidas para su solución.
En este sentido, las instituciones de educación superior juegan un importante papel al incluir en sus planes de estudio el tema del envejecimiento, desde la perspectiva del ciclo de vida; así como al estimular acciones de investigación, docencia y extensión que contribuyan a una cultura de respeto y reconocimiento al adulto mayor. Desarrollar programas de educación en que las personas mayores pongan su conocimiento a disposición de otras generaciones y fortalecer a las universidades para la tercera edad son tareas de primer orden en el siglo actual.
Con estas acciones, entre otras muchas que las universidades están de condiciones de asumir, se puede contribuir de manera sustancial a fortalecer las estrategias de solidaridad intergeneracional, promover una imagen positiva y no discriminatoria de la vejez y alcanzar la inclusión social plena de los adultos mayores.