Una fallera mexicana : Crossing Borders
Durante el otoño 2008 y la primavera 2009 tuve la oportunidad de estar de intercambio en Valencia, España y fue una de las experiencias más increíbles de mi vida. Fueron muchas cosas las que aprendí y viví, todo en un año maravilloso, pero en particular me gustaría platicar sobre mi experiencia como parte de la fiesta principal de Valencia. Antes de llegar a esta ciudad había escuchado sobre “las fallas”, sabía que es una gran fiesta donde se colocan figuras enormes por las calles para después quemarlas, pero no había comprendido su verdadero significado hasta que pude vivirlas desde “adentro”, no como turista o como parte del público, sino como lo hace una valenciana.
La palabra “falla” viene del latín fácula que significa antorcha, lo cual tiene sentido pues esta fiesta culmina con el fuego, sin embargo, “falla” designa muchas cosas: las construcciones artísticas, el grupo de gente o vecinos que se reúnen y forman una comisión fallera o bien, la propia fiesta en honor a San José, patrón de los carpinteros, ya que antes las figuras eran de madera siendo ahora de unicel. Cada comisión fallera se reúne en lo que se conoce como Casal Faller, donde durante todo el año buscan ingresos para poder pagar la fiesta y su monumento. Cada comisión cuenta con una fallera mayor y una fallera mayor infantil, además están las falleras que representan a toda Valencia y que cuentan con sus respectivas cortes de honor. La fiesta dura una semana y generalmente se celebra del 15 al 19 marzo (día de San José), siendo el primer día y el último correspondientes a la plantà y a la cremà de los monumentos respectivamente, es decir, a la colocación y quema de los mismos.
Desde que llegué a Valencia, observaba a menudo por las calles adultos, jóvenes y niños vestidos de falleros y falleras, es decir, con el traje típico valenciano, sin embargo, lo más común es ver falleras pues el vestido es verdaderamente una belleza y portarlo es todo un ritual, incluyendo el peinado. Recuerdo ver a estas chicas vestidas así y desear tanto ser una de ellas y poder portar aquel tan elegante traje, no sería sino unos meses después que vería tal deseo hecho realidad. La Universidad Politécnica de Valencia (UPV), donde estudiaba, tiene su propia falla integrada por estudiantes nacionales e internacionales, ex alumnos, profesores y familia; como estudiante internacional pude participar entonces en esta falla y convivir con otros estudiantes internacionales, con valencianos y valencianas y sus costumbres, además de tener la oportunidad de vestirme de fallera sin ningún costo, ya que los trajes y complementos representan un gran gasto.
Como fallera dentro de la falla de la UPV asistí, en de la semana fallera, al salón de cristales del ayuntamiento, lugar donde se reciben a personalidades importantes. Ahí, junto con las demás falleras internacionales, la fallera mayor de mi falla y demás miembros pude conocer a la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, quien muy amablemente nos recibió y asistimos, junto con ella y la fallera mayor de Valencia y su corte, al balcón del ayuntamiento para presenciar la mascletà, disparos pirotécnicos coordinados que producen mucho ruido. Las mascletàs son una tradición en las fiestas valencianas, escuchándose éstas no sólo en la semana de fallas sino desde el 1 al 19 de marzo a las 2 pm. en la plaza del ayuntamiento que congrega a mucha gente y que parece temblar con este impresionante espectáculo de sonido que uno no entendería hasta presenciarlo ahí, en la plaza. Después de la mascletà varios medios de comunicación se acercaron a hacernos preguntas, parecíamos la sensación del momento, todas nos sentíamos princesas; también pudimos convivir más de cerca con la alcaldesa, recuerdo que se acercó a mi amiga francesa y a mí y nos comentó que a Valencia también se le llama la ciutat de la llum (ciudad de la luz), esto desconcertó un poco a mi amiga puesto que Paris es la ciudad llamada así por excelencia, sin embargo, es cierto, cada parte de Valencia donde se encuentra una falla es iluminada grandiosamente y durante todo el año, y especialmente en fallas, se observan castillos de fuegos artificiales que adornan el cielo de la ciudad.
Platicando después con un profesor miembro de mi falla y con otros valencianos me enteré que no todas las fallas de Valencia tienen la oportunidad de ir al salón de cristales del ayuntamiento y mucho menos de presenciar la mascletà desde el balcón del mismo; es bastante diferente cuando uno está ahí arriba junto con las falleras, alcaldesa y demás gente de la política y medios de comunicación, y ves a toda la gente reunida en la plaza; claro que también estuve abajo muchas veces y puedo decir que son dos experiencias diferentes. Asimismo, muchas valencianas no pueden costear lo que implica ser una fallera, por lo que me percaté de lo afortunada que fui en esos momentos.
Pero lo anterior sólo fue una parte, también asistimos a la ofrenda que se hace a la Virgen de los Desamparados, patrona de Valencia, donde las falleras de cada falla entregan, cada una, un ramo de flores que se usa para adornar el manto de la enorme Virgen que rebasa por mucho la altura de la catedral. Esta ofrenda es un acto hermoso y conmovedor para muchas personas que tienen devoción a esta Virgen. Al día siguiente de la ofrenda se realiza la quema de las fallas, por algunas horas la ciudad se llena de fuego y los bomberos se tienen que coordinar para poder apagar las más de 700 fallas (grandes y pequeñas) que están repartidas por toda la ciudad. Mucha gente no entiende cómo es que tan maravillosas creaciones artísticas deban quemarse, y yo tampoco lo entendía hasta saber que los valencianos tienen una gran pasión por el fuego y que el quemar los monumentos representa la quema de lo viejo para dar paso a lo nuevo que está por nacer.
Durante fallas es común ver a los falleros y falleras realizando paellas en las calles, cada falla tiene además una carpa donde conviven y hacen verbenas, algo que pude vivir dentro de mi falla; los temas de las figuras son críticos y satíricos haciendo alusión al barrio, a la vida política y a las costumbres. Ser fallera y vivir las fallas fue algo único. Esta fiesta, que procede de la voluntad y empeño de los vecinos, es una fiesta popular que se vive en las calles, donde el que quiera se puede unir a compartir el goce de los valencianos durante una semana intensa, aunque Valencia siempre está de fiesta.
Rosa Luz Parada Díaz / Ingeniería de Alimentos