Turismo con enfoque sostenible
Desde tiempos muy remotos el viajar ha sido una actividad siempre presente en la vida del ser humano y la razón para ello ha obedecido a motivos tan diversos como son el comercio, la educación, la búsqueda de salud, el ánimo de conquista y poder o la simple diversión o recreación, adoptando para ello una gran variedad de formas de desplazamiento y de comportamientos de viaje que han evolucionado por milenios hasta llegar a integrar todas las modalidades que engloba la práctica del turismo moderno.
El hecho de viajar conlleva inevitablemente al contacto entre el viajero y los lugares que visita, lo cual implica el contacto físico entre el viajero y el entorno geográfico al que accede, pero también el contacto físico y cultural con los individuos que habitan los lugares visitados. Es en virtud de estos contactos que se propician todo tipo de interacciones tanto tangibles como intangibles entre el viajero y los lugares que visita, de las cuales, se derivan efectos benéficos como la difusión y/o compartición de la cultura, de las ciencias y de las artes, pero también son los causantes de efectos perniciosos como la degradación del medio ambiente, la pérdida de la identidad cultural, el agotamiento de recursos naturales o la propagación de plagas o enfermedades, por ello, surge el interés por reorientar el turismo como actividad humana para encauzarlo hacia prácticas no lesivas tanto para el medio ambiente físico como para el medio ambiente social en todos los sitios, países o regiones del mundo.
La Organización Mundial del Turismo (OMT) establece que el turismo sostenible es aquel que visualiza satisfacer las necesidades de los turistas protegiendo los destinos visitados mediante normas que permitan satisfacer las necesidades económicas, sociales y estéticas que busca la práctica turística, mientras se mantiene la integridad física y cultural, los procesos ecológicos y los sistemas de vida de los lugares visitados. Es importante enfatizar que el turismo de carácter sostenible, no representa solo una forma más de hacer turismo, sino un objetivo a lograr cuando se practique cualquier tipo de turismo, sea de sol y playa, cultural, deportivo, de negocios, de placer, etc. En este contexto, la OMT ha identificado diez áreas prioritarias en las cuales, debe hacerse énfasis para poder propiciar una práctica del turismo con resultados sustentables:
1. Reducción, reutilización y reciclado de desechos generados por la actividad turística
2. Conservación y manejo eficiente de fuentes energéticas.
3. Manejo eficiente de las fuentes de suministro y de los sistemas de dotación agua potable.
4. Manejo eficiente de las aguas residuales para su reutilización en usos no dañinos.
5. Manejo eficiente de sustancias peligrosas.
6. Utilización de medios de transporte de bajo nivel contaminante.
7. Planeación y gestión adecuada de los flujos turísticos a niveles regionales y locales.
8. Concientización de los turistas, poblaciones residentes y empleados de servicios turísticos en la importancia de preservar los entornos ambientales.
9. Utilizar y/o adecuar las instalaciones e infraestructuras turísticas con diseños arquitectónicos orientados hacia los objetivos de la sostenibilidad en sus vertientes económica, social y ambiental.
10. Celebración de acuerdos y compromisos de colaboración que faciliten el logro de la práctica turística con resultados sostenibles.
De manera paralela a la noción de turismo sostenible, discurre también el concepto de “ecoturismo” también denominado en ocasiones como Geoturismo, Turismo de Naturaleza, Turismo de Bajo Impacto o Turismo Responsable, las cuales, describen diferentes maneras de hacer turismo siempre sobre la base de una conciencia de respeto a los entornos naturales donde se desarrollan las actividades turísticas.
Considerando que todo ser humano debe tener acceso al conocimiento y apreciación de los paisajes naturales, así como de los vestigios tangibles e intangibles que testifican la herencia patrimonial de la humanidad, esto asimismo obliga a los Estados y las sociedades que los integran a emitir leyes y reglamentos que les permitan proteger y preservar los sitios naturales, las edificaciones históricas o las manifestaciones folklóricas, religiosas o culturales que motivan el viaje turístico.
En este contexto, se ubica la reglamentación de la magnitud de los flujos de personas que visitan un determinado sitio, de manera tal, que los visitantes puedan hacerlo sin causar daños materiales, sociales o ambientales al lugar visitado, aún haciendo uso de los servicios de transporte, de alojamiento y restauración, de sanidad o de información que faciliten la visita turística de dicho sitio. En efecto, uno de los principales problemas que enfrentan los sitios turísticos con mayor capacidad para atraer visitantes es el de la determinación de la cantidad de visitantes que deben recibir, la cual, técnicamente es conocida como “capacidad de carga turística”, la cual presenta las facetas ecológica, psicológica, social y económica-
No obstante, la noción de carga turística y de su aplicación en relación con el enfoque sostenible para la realización de la práctica turística es de carácter evolutivo y sobre todo, adaptable a circunstancias de tiempo, de modo y de lugar. Esto significa que la determinación de la carga turística para un destino determinado es solo válida para ese destino y para un determinado periodo de tiempo y de condiciones económicas y sociales. En síntesis, la práctica del turismo con enfoque sostenible debe garantizar la protección y sobre todo la preservación de los atractivos naturales y no naturales permitiendo que las generaciones futuras puedan disfrutar del turismo en todas sus formas, sin provocar la extinción de habitats naturales o la pérdida irreparable de conjuntos arquitectónicos, obras de arte o expresiones culturales que la humanidad debe conservar para siempre.
Raúl Valdez M. Ph.D., Profesor Titular, Departamento de Turismo, Escuela de Negocios y Economía, Universidad de las Américas Puebla, e-mail: raul.valdez@udlap.mx