ÉL: Viernes de Cinexpectativas
A propósito de la segunda proyección del ciclo dedicado a Luis Buñuel de Viernes de Cinexpectativas, les compartimos esta reseña de Christian Moreno Pineda, estudiante de Filosofía y prestador de Servicio Social de Capilla del Arte UDLAP.
Los invitamos además a disfrutar de esta cinta que según el propio Buñuel, era el trabajo que más había disfrutado. La cita es este viernes 5 de diciembre a las 6:30 p.m. en nuestro foro: 2 Norte 6, Centro de Puebla. La entrada es libre.
Él (1953)
Dirección: Luis Buñuel
Guión: Luis Buñuel , Luis Alcoriza
Fotografía: Gabriel Figueroa
Música: Luis Hernández Bretón
Producción: Óscar Dancigers
Él es posiblemente la obra que ha envejecido de la mejor manera dentro de la filmografía de Luis Buñuel; en su momento, incomprendida e infravalorada, objeto del morbo y la burla –que tras un desafortunado estreno permaneció tan solo un par de semanas en proyección; hoy, una de las cintas más personales y reveladoras en lo que a la vida personal del originario de Calanda se refieren. Homenajeada por Alfred Hitchcock en Vértigo de 1958, Él toma de base una novela homónima (1926) de -otra exiliada española- Mercedes Pinto, manteniendo en lo más general el argumento: Los abusos -físicos y psicológicos- enfrentados por una mujer de parte de su esposo, el cual pretende controlarle hasta el más mínimo gesto como resultado de severas tendencias paranoicas que lo mantiene en un estado de desconfianza permanente.
La cinta también conserva de su homólogo literario la perspectiva del relato distribuida desde la protagonista –en su mayoría en la forma de un flashback-. Ambas obras comparten además el hecho de estar centradas casi exclusivamente en el personaje masculino “Él” –en la novela-, Fráncico Galván -en la cinta-: un aristócrata carismático, buen cristiano, buen orador, prudente y de excelentes modales, un fiel creyente del amor “más allá de las convenciones sociales”, que a través de la narración de su esposa Gloria Milalta, se redescubre como alguien totalmente distinto en la intimidad. Durante su luna de miel, por ejemplo, Gloria descubre en Francisco un hombre frágil y cruel; detrás del honorable hombre se esconde un obseso, celoso, manipulador y misántropo, que se muestra capaz de todo si esta oscura parte de sí mismo es revelada.
Los ejemplos literarios en relación a este tema no son escasos, basta mencionar El viejo celoso (1615) de Cervantes o El médico de su honra (1637) de Calderón de la Barca, sin embargo, pensamos que Buñuel pone los ojos más allá del estado patológico en el personaje de Francisco –el cual alguna vez confesó haber estudiado con sumo detenimiento, haciendo sensibles por lo menos tres discusiones claras en torno a la figura del protagonista. En primer lugar es perfilada una discusión sobre las relaciones de subordinación de la sensatez y la razón al instinto o la afección -una subordinación temida y evitada a lo largo de la historia. En segundo lugar, en más de un personaje Buñuel hace alusión a la doble moral de ciertos cristianos y al papel que la religión –como institución- tiene en la sociedad: Francisco pertenece a un mundo que no se ha podido adaptar a los cambios del tiempo, en su afán de guardar los viejos modos termina anclado a un mundo por demás represor.
Por último, y como es recurrente en algunas cintas de Buñuel, existe toda una discusión acerca del poder disciplinar del confinamiento, ya sea físico o virtual -Gloria confinada en su propio hogar o Francisco confinado en a sus ataques de paranoia.
El director mexicano Alberto Isaac fue rápidamente influenciado por esta obra de Buñuel. En su película En este pueblo no hay ladrones (1964), la adaptación del cuento de García Márquez -donde además Buñuel interpreta el papel de un cura de pueblo- Isaac se centró en la conducta hipócrita del mundo burgués y el operante poder castrador de la religión, siempre funcionando en contra de las pulsiones naturales del individuo.
En 1985 se publica una de las más importantes fuentes para conocer el pensamiento de Buñuel: Conversaciones con Buñuel, un grupo de entrevistas de Max Aub y recopiladas por Federico Álvarez; además, claro, se cuenta con su autobiografía Mi último suspiro (1982). Pero uno de los textos que menos se conoce y que podría entregar una imagen algo distinta del director sea: Memorias de una mujer sin piano (1990), el libro biográfico de Jeanne Rucar de Buñuel, de donde ahora se sabe, Buñuel era bastante celoso, de costumbres muy marcadas y rutinarias, a tal punto de controlar los horarios de Jeanne: “Yo no podía recibir a nadie. Luis, como buen español, me escondía de todo aquel que no fuera paisano suyo. Yo era su consentida, la niña que tenía aparte, y me guardaba así.
Nunca me hablaba de política; nunca me hablaba de nada: la casa, los niños y nada más […] Él era gentil conmigo, me cuidaba, me supo amar. Nunca pensé en divorciarme… Era celoso, dominante… pero también tierno, con sentido del humor y alegría.” Al final, se podría decir que Él termina siendo la película más personal del aragonés en tanto su creación -Francisco Galván- no dista en demasía de él mismo.