Por: Dr. Marco Antonio Manuel Casas y Arellano, marco.casas@udlap.mx
Catedrático de Tiempo Completo del Departamento de Ciencias de la Salud
Comenzaremos por hacer un poco de historia: en 1948, la Primera Asamblea Mundial de la Salud propuso el establecimiento del “Día Mundial de la Salud” con el objeto de conmemorar la fundación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), quedando establecido el 7 de abril de 1950. Desde entonces, cada año se elige un tema específico y de prioritario interés para la OMS.
Así, el año 2010 estuvo dedicado a los efectos que tiene la vida de las ciudades en la salud humana, poniendo en relieve las iniciativas que ayuden al individuo a desarrollarse en el aspecto bio-psicosocial.
En 2011, se puso énfasis en el tema sobre la resistencia a los antimicrobianos, un factor que ha cobrado importancia porque el empleo de la terapéutica habitual no logra que las enfermedades cedan; y se ha encontrado que esto se debe al abuso en que se ha incurrido al administrar antibióticos. Al respecto, han surgido iniciativas como la de México, que determinó que la expedición del antimicrobiano sólo fuera posible si se contaba con la receta correspondiente, lográndose con ello evitar la automedicación, tan propagada en nuestro país.
En 2012, el reto de la salud mundial se refiere al “envejecimiento saludable”, invitando a la concientización sobre cómo lograr, no solamente una larga vida, sino una que sea saludable y activa, es decir, cómo dar “vida a los años y no años a la vida”.
En conclusión, el 7 de abril es una jornada de reflexión acerca de lo más preciado que tiene el ser humano: la salud, cómo enriquecerla, preservarla y, sobretodo, gozar de ella para lograr los objetivos que nos hemos trazado en la vida y la felicidad que esto conlleva.
