El diseño y la comunicación efectiva actual
Por: Mtro. Juan Manuel Bada, juanm.bada@udlap.mx
Profesor de tiempo completo del Departamento de Diseño de Información
En el mundo actual, la información se ha convertido en el valor de intercambio más importante en cualquier acto humano, dicho de otra manera, en la medida en que esta información obtenida le ayude de forma relevante y oportuna a solucionar una necesidad, requerimiento o deseo, es más importante y adquiere un valor sobresaliente para su vida y quehacer cotidiano.
Cuando uno es Diseñador de Información, ésta se vuelve el insumo más importante en la toma de decisiones sobre la elección de los elementos que conforman la estructura de los mensajes visuales, los cuales, proyectan una imagen en los usuarios finales de los productos tangibles (objetos) e intangibles (servicios) que diseñamos; y para diseñar objetos con diseños efectivos y eficientes, ya no sólo es importante tener un buen gusto estético, más bien, uno práctico: la valoración estética será una consecuencia lógica del uso esperado; generar productos que sirvan perfectamente para lo que y para quien fueron diseñados y hasta cierto punto casi imperceptibles por la manera tan empática en que fueron resueltos, se vuelve nuestra misión primordial.
Todo este escenario cotidiano y análogo, hoy se ve invadido por la tecnología y el acceso a la información por parte del usuario a través de internet y dispositivos móviles, como smartphones o tablets, donde la información, más que nunca, debe estar ordenada de tal manera que la persona sea capaz de interactuar de manera fácil y motivante, donde se vea inmerso en una experiencia altamente significativa, pues realiza acciones de mucha importancia para su entorno comercial, financiero, social y cultural.
Pero, como diseñadores ¿cómo obtenemos este importante insumo, esta información del público al que van dirigidos nuestros diseños?, ¿cómo la arrancamos del usuario y contexto? Lo más importante es entender la acción que quiere realizar el sujeto y lo que pasa por su cerebro, Donald Norman nos ayuda a descubrir esto con su modelo mental de interacción y sus “Siete etapas de una acción”:
(1) Dar forma al objetivo: el usuario da forma a un objetivo en su mente.
(2) Dar forma a las intenciones: para alcanzar su objetivo, el usuario da forma a una serie de intenciones.
(3) Especificación de la acción: las intenciones son transformadas en un conjunto de acciones.
(4) Ejecución de la acción: una acción cada vez es seleccionada y ejecutada.
(5) Percepción del estado del mundo: tras la ejecución de la acción, los resultados producidos por la acción son percibidos.
(6) Interpretación del estado del mundo: los resultados percibidos en la etapa anterior desencadenan un proceso de interpretación en la mente del usuario sobre en qué ha cambiado el mundo.
(7) Evaluación del resultado: dependiendo de esta interpretación, el usuario decidirá si la acción ejecutada se ajusta a su objetivo original o no.
Mediante instrumentos de recolección de información encontramos en estas siete etapas los datos importantes que nos harán diseñar de una manera efectiva, pues sabremos qué espera nuestro público de nuestros objetos de diseño y, cuando los descubran, servirán exactamente para lo que fueron diseñados, pues fueron pensados por adelantado en función de una necesidad identificada, haciendo que estas interfaces digitales y aplicaciones respondan y funcionen de manera sorpresiva y arranquen expresiones como esta: “como siempre lo había deseado y esperado, casi un acto mágico…”. Responder a una necesidad específica de manera eficaz y eficiente se vuelve la razón de ser esencial de un diseñador y su papel social en estas redes modernas de comunicación, sorpresiva y práctica.