Si llega el final del día y te sientes demasiado cansado pero no crees que hayas hecho algo extraordinario, es probable que tenga que ver con el número de cosas que realizas al mismo tiempo, algo así como multitasking.
Hoy en día están al alcance de nuestras manos gran variedad de dispositivos tecnológicos que nos permiten actualizar nuestro estado en redes sociales o enviar mensajes de texto, imágenes videos desde casi cualquier lugar de la tierra ¿no es cierto? Tú dime si no es común que tengas configurado en tu Smartphone las notificaciones de Facebook, Messenger, Twitter…. y a cuanta red o chat estés afiliado.
Pasando a un uso un tanto serio de estas redes o del correo electrónico, nunca faltará el día que esperas respuesta sobre tu Tesis, sobre alguna publicación de tu investigación, quizá la hora en que se reunirán a trabajar en equipo y es de “vital” importancia que contestes tan pronto como te sea posible ( o como ya decimos en todos lados ASAP – As Soon As Possible-). Bueno, estos avisos no llegan en un horario definido, llegan en momentos en que estás desarrollando ciertas actividades pero consideras que el mensaje toma mayor prioridad y es entonces cuando distraes tu atención y pones tu cerebro a trabajar en ese material que acaba de llegar. ¿Cuántos correos o mensajes de este tipo recibes al día? ¿ Cuántas veces al día te desocupas de una actividad y conectas tu pensamiento a otras varias que empiezan a acumularse a lo largo del día? ¿Eres capaz de terminar el día cumpliendo todo lo que te habías propuesto en el momento en que te levantaste de la cama en la mañana? Con el tiempo esto será cada vez más parte de tu día a día y a menos que empieces a hacer algunos ajustes, terminarás agotado y dejando alguna que otra cosa pendiente que se acumulará a lo que llegue el día siguiente.
Cuando te encuentras realizando una actividad y luego prestas atención a otra, estás quemando energía y ocupas tu mente en procesar distintos elementos que no tenías contemplados que pueden quitarte concentración, agotarte y a lo largo de los días, restarle tiempo a las actividades que ya tenías en tu agenda. No somos más productivos al atender varias cosas a la vez, pero sí quemamos más energía al no tener la disciplina de terminar algo antes de empezar otra cosa.
Algunas observaciones experimentales al respecto concluyen que la mejor manera para impulsar una mayor productividad y fomentar el pensamiento creativo e innovador, es tener periodos definidos de atención a para llevar a cabo tus actividades, así como periodos cortos de descanso y renovación. Es por eso que debes saber medir tus límites de concentración y darle tiempo a las actividades que ya te habías propuesto realizar.
Intenta esto…
Cuando estés realizando alguna tarea, resumen, ensayo, proyecto… aleja cualquier medio distractor con el que podrías enviar a tu mente a hacer trabajos adicionales ( celular, smartphone, tableta, PSP o similares ).
Revisa tus pendientes, evalúa y prioriza si te conviene realizar primero las tareas cortas sobre tareas largas o tareas con fechas de término más cercanas sobre aquellas para las que aún hay tiempo ( considera que pueden surgir imprevistos ).
Descubre el momento en el día en el que estás más receptivo para ciertas actividades. Por ejemplo, es posible que retengas más información de una lectura si empiezas en la mañana y que para ejercitarte prefieras la noche.
Encuentra tu espacio, uno en donde puedas concentrarte, no debe ser la “zona del silencio”, pero sí un lugar en dónde tú sepas que lo que exista ahí no te distraerá de tu tarea (¿ en serio no te distraes en la Playita?).
Establece horarios para revisar tu estatus en redes sociales, tus correos o para chatear y respétalos por más difícil que parezca.
Y si te sientes agobiado en algún momento, no pierdas el control, concéntrate, respira, reorganízate y empieza de nuevo.