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Corredores para la naturaleza

Dr. Alejandro Arias del Razo

Profesor del Departamento de Ciencias Químico Biológicas

alejandro.arias@udlap.mx

 

La población humana continúa creciendo y con ello aumenta la demanda de comida, vivienda y servicios públicos. Esto contribuye año con año a que más territorio se urbanice o se destine a la agricultura o industria. Al mismo tiempo observamos que los sitios que aún conservan condiciones naturales se van reduciendo y nos vamos quedando sin bosques, selvas, arrecifes, desiertos, praderas salvajes, etcétera.

A fin de preservar algunos sitios, hemos creado áreas naturales protegidas (ANP) como son las reservas de la biósfera, los parques nacionales, estatales o las áreas destinadas voluntariamente a la conservación. Éstas suelen tener programas de manejo orientados a la conservación de especies de fauna y flora que ahí habitan, y para muchas representa el último relicto de su hábitat original. Estos sitios son muy importantes para preservar la biodiversidad, pero también por los servicios ambientales que nos proporcionan, como son: agua limpia, polinizadores, peces, madera, lugares de esparcimiento, entre otros.

En México, a nivel federal existen 182 ANP, tanto terrestres como marinas. Algunas son muy grandes, como las recién creadas reservas de la biósfera Pacífico Mexicano Profundo y Archipiélago de Revillagigedo, que juntas representan 64% de la superficie protegida. Otras son pequeñas, de unas pocas hectáreas de extensión.

Cada especie animal tiene requerimientos distintos, algunas pueden prosperar en extensiones reducidas, otras migran a lo largo de grandes extensiones, otras necesitan áreas muy grandes que les permitan encontrar alimento o una pareja. El riesgo aumenta conforme la tierra continúa urbanizándose alrededor de estas ANP, convirtiéndolas en islas. Cuando esto sucede ya no hay posibilidad de migrar, buscar comida o encontrar pareja, por lo que las poblaciones comienzan a declinar e incluso a desaparecer.

La solución que se ha propuesto es la creación de corredores biológicos. Zonas aledañas a las ANP, que permitan el tránsito de animales entre reservas. Podemos pensarlo como puentes que conectan islas; el problema es que difícilmente podemos declarar parques nacionales a todas estas zonas, hay limitantes económicas, sociales y políticas. Por ello, se ha buscado que los mismos habitantes sean activos y participen en el diseño y rehabilitación de estos corredores. Demostrando que hay opciones de conservación que pueden repercutir económicamente en sus ingresos los pobladores contribuyen a la restauración y preservación de estos corredores y a cambio reciben beneficios como mejor pesca, cosechas certificadas que pueden venderse a mayor precio, agua limpia, etcétera. También pueden ser acreedores a estímulos gubernamentales como pago por servicios ambientales (bonos de carbono, etcétera). La clave del éxito es el desarrollo de modelos económicos que permitan incrementar la calidad de vida de la población mediante actividades que no degraden el entorno o agoten sus recursos naturales.

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