Comer, beber y amar en la Capilla del Arte
Continuamos con nuestro ciclo Sabores en pantalla y para este viernes 19 de julio a las 6:30 p.m. toca el turno al director galardonado internacionalmente, Ang Lee, con su cinta Comer, beber y amar, correspondiente a su filmografía previa a su llegada a Hollywood. Relativa a esta película, nuestra alumna de Servicio Social, Saray Ibáñez, estudiante de Sociología, nos comparte este texto. Y recuerden, esta función como todas las actividades de Capilla del Arte son de entrada libre.
Transcurría el año de 1994 cuando Ang Lee demostró porque es uno de los cineastas más imprescindibles. En su cinta Comer, beber y amar muestra una de sus principales preocupaciones: el deterioro de las relaciones humanas así como la importancia y la complejidad de la comida. Sí, la comida, ese acto habitual que llevamos a cabo día a día. Es decir, el ritual de la comida es relevante porque es parte de la cultura, la cual puede enunciar estatus o situaciones familiares. Tanto en las zonas urbanas como rurales, la comida es parte fundamental del individuo, es un tipo de socialización que exige reglas estéticas que moldean el comportamiento. Sin embargo, la comida va más allá de eso y también recrea espacios donde se entablan relaciones sociales, espacios que conjugan tradiciones, conflictos, reclamos y verdades.
Retomando la propuesta de Ang Lee en este largometraje, podemos observar que dentro de la trama nos encontramos con personajes paradójicos, algunos en busca de éxito, mientras que otros permanecen fieles a sus tradiciones. Personajes que se encuentran inmersos en la modernidad y personajes que aún veneran sus prácticas ancestrales. Es así como Ning, Chien, Jen, son las encargadas de enseñarle a su padre Chu que la modernidad va generando relaciones rápidas, como el mismo sistema alimentario ha creado con la comida. Además de ello, las hijas de este chef nos llevan a conocer una serie de acontecimientos que cambian la historia de manera inimaginable.
Al inicio de la cinta, Lee logra que nos creemos una idea errónea de cada personaje, la cual cambiará conforme avanza la trama. Es decir, al principio las hijas cumplen un papel “definido”, pero debido a los sucesos impredecibles, esto hará que el padre también tome un camino distinto, dejando impresionados a los espectadores por la noticia que da a conocer un día común. Una cena es el momento perfecto para que el exprese mediante una decisión que a pesar de su edad, el también tiene planes y deseos. Esto nos conlleva a reflexionar sobre las personas “mayores”, ya que muchas olvidamos que ellos también tienen ideas sobre qué camino deciden continuar o abandonar. En este caso, Chu decide formar nuevamente una familia a pesar de que su edad “ya no lo permite”; este casi anciano nos enseña que la cocina y las relaciones personales son similares. Ver y sentir son los principales sentidos que desarrollamos al momento de crear un platillo, y también son primordiales al momento de establecer una relación familiar o amorosa. Ahora bien, retomando la importancia de la cocina en nuestras relaciones sociales y familiares, es necesario señalar que representa unión y respeto. La unión se ve cuando Chu reúne a sus hijas cada domingo a la cena tradicional, a pesar de que algunas no están de acuerdo con seguir asistiendo, lo hacen, esto se convierte en la única oportunidad de comunicarse y saber así que pasa en cada una de sus vidas. Aunque a ellas les tocó vivir un periodo diferente al de su padre, aún mantienen algunas tradiciones.
La llegada de la modernidad ocasionó que la estructura familiar se transformará. Es por ello que la incesante lucha por el éxito, la búsqueda de placeres instantáneos y efímeros crea que la tradicional vida del Chef se alteré. Sin embargo él sigue negándose a cambiar, sigue cocinando de forma habitual a pesar de que ya existe la famosa y económica comida rápida. Es aquí donde está presente la metáfora de la gastronomía y la sociedad. El encuentro entre la “vieja” y la “nueva” cultura se hacen presentes en este film para resaltar que el ser humano ha cambiado su forma de vida, su alimentación y su interacción social. Es decir, el encuentro de Oriente y Occidente ha establecido procesos de aculturación que benefician pero también perjudican al hombre.
En general, Comer, beber y amar cumple la función de mostrarnos una parte esencial del ser humano, el cual se desarrolla e integra por tres ciclos: la comida, los sentimientos y la bebida. Un proceso que realizamos en cualquier parte del mundo y que pocas veces tomamos importancia de ello. Una trama, una gastronomía tradicional y una resistencia al cambio consiguen que observemos un acto tan frecuente en nuestras vidas: la comida.