Notas de prensa

El impacto social y económico de la investigación

Dr. Miguel A. Méndez-Rojas

Profesor e Investigador del Departamento de Ciencias Químico-Biológicas de la UDLAP

 

Han pasado casi 75 años cuando el primer y (a la fecha) único centro de investigación público se instaló en nuestro estado (me refiero, por supuesto, al Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica, el INAOE). Tres cuartos de siglo después, no hemos aprovechado ni la cercanía con la capital del país ni la densidad de instituciones de educación superior (IES) en la zona metropolitana ni el elevado número de investigadores miembros del Sistema Nacional de Investigadores para potenciar y consolidar una Estrategia Estatal de Investigación Científica y Tecnológica. Administraciones van y vienen y queda aún pendiente esta tarea tan necesaria como urgente. Externamente uno podría pensar que el estado tiene problemas más urgentes que combatir, como el analfabetismo, la pobreza extrema, la desnutrición, la baja producción agrícola o ganadera, la contaminación ambiental o las enfermedades degenerativas e infecto-contagiosas, y que la inversión en ciencia y tecnología debe esperar. Pero ese discurso no contempla que precisamente el objetivo central de la investigación científica y tecnológica está en resolver problemas complejos como los que mencionamos en particular.

La inversión en ciencia y tecnología es un círculo virtuoso que puede ayudarnos a encontrar soluciones innovadoras a los problemas sociales y económicos de la entidad y que además representa una garantía para estimular la producción industrial, agrícola, alimentaria y de productos de alta tecnología que sin duda pueden mejorar nuestra balanza comercial de intercambio con el resto del país y del mundo. Ejemplos de estrategias exitosas en este sentido hay varios en el país, pero el más relevante es el realizado por el gobierno de Nuevo León a través del Programa Estratégico Ciencia, Tecnología e Innovación y en particular del Parque de Investigación e Innovación Tecnológica (PIIT). Ahí, con estímulos estatales, decenas de Centros de Investigación (públicos y privados) se han instalado en un espacio único, optimizando los recursos y la infraestructura disponible en las áreas de Nanotecnología, Biotecnología, Ciencias de la Salud, Mecatrónica y Manufactura Avanzada, Tecnologías de la Información y Telecomunicaciones. El PIIT ha atraído empresas nacionales y extranjeras e inversiones al estado por varios cientos de millones de dólares en los últimos años. Todo en un ambiente colaborativo entre IES públicas y privadas, industria y gobierno (la triple hélice) en un modelo de cooperación y transferencia tecnológica que podemos no solamente repetir sino aprovechar en nuestra entidad. Hoy Nuevo León exporta productos del conocimiento, no solo materias primas. Un estado competitivo y moderno debe balancear las estrategias para asegurar el desarrollo: estimular al turismo para sacar jugo a la riqueza cultural, biodiversidad y arquitectónica, pero también estimular el aprovechamiento de su mejor recurso: el capital humano especializado.

 

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