Desarrollo integral y plasticidad cerebral desde casa
Dr. Laura Helena Porras Hernández
Profesora de tiempo completo del Departamento de Ciencias de la Educación
El desarrollo y el aprendizaje del ser humano se relaciona con la cantidad, variedad y calidad de las interacciones que tiene con su entorno. Hoy, que nuestro ambiente laboral, familiar, espiritual y de entretenimiento se ha comprimido en el espacio físico de casa, es necesario realizar acciones para propiciar el desarrollo cognitivo, socioemocional y físico de todos los miembros de la familia intencionadamente, y que esas acciones nos alejen un poco del espacio virtual con el que hemos querido solucionar todo. Los entornos pueden enriquecerse generando oportunidades para el desarrollo integral, propiciando la plasticidad cerebral al crear nuevas conexiones neuronales y recuperando las que se hayan debilitado. He aquí dos recomendaciones derivadas del campo de la educación y aplicables a familias con miembros de distintas edades.
El entorno debe presentar nuevos retos que nos hagan pensar, es decir, situaciones a resolver, a mejorar o a inventar. A veces la inercia y el hábito impiden que descubramos esas oportunidades y es necesario buscarlas conscientemente. Por curiosidad, los niños suelen estar muy abiertos a identificarlas, aunque a veces haya que motivarlos a hacerlo, de modo que se convierta en una manera de reaccionar ante los desafíos que enfrenten. Aún la tarea más sencilla que se realiza cotidianamente puede representar un reto, si tratamos de encontrar nuevas formas de hacerla. Preguntas simples como: ¿de qué manera lo haríamos para que sea menos cansado?, ¿qué otra cosa podemos utilizar si no contamos con lo que siempre hemos usado?, pueden movilizar el pensamiento crítico y creativo, provocar la colaboración y alimentar la autoconfianza al solucionarlo juntos.
El entorno debe propiciar el experimentar y expresar emociones con respeto hacia los demás, construyendo la convivencia social armónica. Los juegos, los deportes y el arte dan lugar a una gran diversidad de interacciones sociales bajo ciertas reglas. Además de la dinámica de la propia actividad, es válido verbalizar reglas de interacción como: «todos vamos a divertirnos, se vale equivocarse, se vale enojarse, pero no agredir». De esta manera, desde el inicio se permite y modera la expresión de emociones, obligando a buscar formas apropiadas de externar tanto la felicidad, como la tristeza y el enojo. Los juegos, deportes o actividades artísticas a realizar pueden ser seleccionados por distintos miembros de la familia cada vez, así descubrirán cómo la variedad fomenta el desarrollo de quienes nunca los han practicado o ya tienen mucho tiempo que no lo hacen. Además de aprender y reírnos juntos, se fortalece la autoestima, ya que algunos miembros serán mejores en algunas actividades que otros y viceversa: les permitirá acercarse a los gustos y preferencias de cada miembro, llegando a fortalecer los vínculos. Generemos ambientes positivos y enriquezcamos nuestras experiencias en casa.