Día mundial del agua. Una revisión de la situación en México
Por: Dr. Rene Reyes Mazzoco, rene.reyes@udlap.mx
Profesor de Tiempo Completo del Departamento de Ingeniería Química y Alimentos
Las cifras de manejo del agua en cuencas reflejan un retraso sustancial en lograr el abasto sostenible de la calidad necesaria. Las cuencas hidrológicas del Centro, Norte y Noroeste del país presentan fuerte estrés hídrico; con 77% de la población y 80% del PIB, tienen el 31% de agua renovable. En estas cuencas se consume más agua de la que se aporta con las lluvias, la sobreexplotación en el país es de 1,400 millones m3/año. En cambio, en las zonas Sur y Sureste está el 23% de la población, 20% PIB y 69% del agua renovable.
El principal consumo de agua es la agricultura con el 77%, porque en su mayoría los sistemas de riego son de baja eficiencia. La solución es contar con plantas de tratamiento de agua residual que eviten la contaminación de los ríos. Pero las cifras de la operación de las PTAR muestran limitaciones severas. Se tratan únicamente 83.64 m3/s de los 208 m3/s que se recolectan en el alcantarillado y se remueven 1.15 millones de toneladas de DBO5/año de los 7 millones de toneladas de DBO5/año que se generan. Esto implica una eficiencia de remoción global del 16.4% que es claramente muy baja. No es necesario hacer más inversiones para determinar la calidad de agua de los ríos, lagos o mares. Debemos hacer una mejor inversión en proyectos del correcto manejo del agua en las cuencas para aumentar su disponibilidad.
Una condición que limita la correcta operación de los sistemas de depuración es el hecho de que, en la totalidad de las poblaciones del país, los drenajes sanitario y pluvial están combinados. Esto supone una inversión adicional que aún sigue sin incluirse en los proyectos de desarrollo urbano. Otro factor limitante es la falta de personal especializado para resolver los problemas que acompañan la operación de las PTAR. Esta es una de las funciones de los programas universitarios de formación de ingenieros ambientales o carreras afines. Pero es imprescindible que la formación se ofrezca basada en la experiencia acumulada para que se logren los resultados necesarios. La investigación necesaria en nuestro país debe estar cercana a la operación de las PTAR.
No tenemos en México una limitación en términos de leyes, reglamentos o normatividad. La Ley de Aguas Nacionales y sus Reglamentos incluyen todos los aspectos que darían un manejo sostenible de las cuencas hidrológicas. Las Normas Oficiales Mexicanas cubren también todos los aspectos para el adecuado manejo del agua para los diferentes usos y de las descargas de agua residual. La aplicación de este aparato jurídico es en cambio deficiente. En San Andrés Cholula se siguen explotando pozos para la venta de agua en la ciudad de Puebla. Se conocen los casos y no se actúa para impedir el daño ecológico irreversible que causa esta actividad. Se experimentan en la zona problemas de hundimiento del nivel del terreno, debido a los pozos sobreexplotados por falta de vigilancia y cobro por la extracción. En este municipio, en contraste, no existen instalaciones o proyectos para depurar el agua y reusarla.
No existen recetas hechas que funcionen, sino aplicaciones en las que el proceso de adaptación es fundamental. Las tecnologías que pueden resolver problemas de depuración de agua residual trabajan con la asistencia de grupos expertos en cada una de las disciplinas involucradas. Desde la correcta selección de los equipos de bombeo y aireación, el manejo de los procesos de sedimentación química y de los lodos que se generan, hasta los procesos de depuración biológica en una miríada de opciones. Señalo estas tres funciones porque representan el esquema básico (pretratamiento, tratamiento primario y tratamiento secundario) con el que se logra el cumplimiento de las NOM-ECOL-001 y NOM-ECOL-002, que deben cumplir las empresas e instituciones para el correcto vertido de sus descargas. Tecnologías más avanzadas como la ósmosis inversa ya son una necesidad en las cuencas del Centro, Norte y Noreste del país, donde la disponibilidad de agua es nula.