Década de 1970: fin de la fiesta
El 1° de julio de 1940, arrancaron las actividades del Mexico City College en el Distrito Federal, antecedente directo de la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP). En 1970, la institución se trasladó a la ex hacienda de Santa Catarina Mártir, en San Andrés Cholula, y cinco años más tarde, la universidad empezó a incrementar el número de estudiantes mexicanos originarios de todos los rincones del país. Mientras esto sucedía en la UDLAP, México continuaba su transformación económica, social y cultura, a veces a partir de episodios contrastantes a tan solo unos días de distancia: la violencia del llamado Halconazo, en junio de 1971, y la convivencia pacífica del Festival de Rock y Ruedas de Avándaro en septiembre del mismo año.
Con la cinta mexicana Fin de fiesta, el ciclo Américas: 75 años, de los Viernes de Cinexpectativas de Capilla del Arte UDLAP, ofrecen una mirada a los matices de esa época. Para conocer un poco más de la película, les compartimos la reseña de Fernando Turrent, estudiante de Literatura y nuestro prestador de Servicio Social, y los invitamos a que disfruten de Fin de fiesta este 13 de noviembre a las 6:30 p.m., con entrada libre. Recuerda: Capilla del Arte UDLAP está en la 2 Norte 6, en el Centro de Puebla.
Opulencia y festividad
Mientras que la década de 1970 marcó el inicio de una nueva sociedad, para otros fue, en ocasiones, la ruta hacia el precipicio. Sin ir más lejos, aquellos años fueron la época del intercambio cultural, del impulso mediático y de los cambios empresariales. Es por ello que hablar de los 70 es hablar de estructuras, esquemas y sobre todo: trabajo. Trabajo por doquier, trabajo para crecer, trabajo para perderse y trabajo para escalar en la pirámide social a costa de lo que fuera.
En 1972 se estrenó un filme que retrataría esta mezcla de identidades, de personajes, de culturas pero, sobre todo, que desató una explosión mediática sobre su contenido, su reparto y su temática. Con Fin de fiesta, Mauricio Warlestein relata las bajezas del ser humano mezcladas con la celebración del alcohol, la exuberancia de las mujeres, el misterio de un crimen y el choque entre la opulencia y los que viven viajando en la carretera. No solamente se enfoca en la crítica hacia la supuesta moral de los personajes, sino que además habla de lo que el ser humano hace para lograr su cometido y sobre la adaptación de la sociedad a las diferentes contraculturas que se habían instalado en México. Resultado de la Onda y el rock se muestran en la película los últimos tintes de los bikers o motociclistas, mezclándose en la fiesta de Gonzalo quien celebra el abandono de su antigua amante y deleita al público con la sensual modelo que tomará su lugar.
Al mismo tiempo se explora otro lado del cine mexicano, que es el de la sexualidad detallada: imágenes en pantalla que dos décadas atrás ni siquiera eran referidas con palabras. Instantes previos a la época de la liberación sexual en México –de nuevo llegando tarde a la historia…-, el elenco encabezado por Sara García (el pasado) y Helena Rojo (el presente), Fin de fiesta nos adentra en un mundo en el que los ricos no sólo buscan el placer desmedido sino que encuentran severas consecuencias. El sostén “moral” de los invitados a la fiesta son los motociclistas que irrumpen en la misma, señalando los diferentes motivos para desenmascarar el crimen, pero al mismo tiempo se refleja la actitud de tedio por parte de los invitados, la irrupción de los motociclistas como el desajuste cultural y la apertura a las generaciones que vienen tras ellos. Una fiesta interminable condenada a seguir hasta que alguien declare el final, ese final que llega no montado en una motocicleta, sino en el peso que cargarán los mismos invitados cuando se termine el brindis, el sexo y la misma esencia de la vitalidad.
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