Experiencias de Anne Kurjenoja en el Doctorado en Creación y Teorías de la Cultura
Saludos a todos los seguidores del blog UDLAP, por parte de Anne Kurjenoja, egresada del Doctorado en Creación y Teorías de la Cultura de nuestra universidad y profesora del Departamento de Arquitectura. Aprovechando la oportunidad que me brinda esta nueva modalidad de comunicación entre la comunidad universitaria, quiero comentar en breve el camino que este programa de posgrado interdisciplinario me condujo a explorar.
Mi área de interés desde hace muchos años ha sido la arquitectura y la ciudad desde la óptica femenina, cuestiones muy poco investigados, quizás por la gran complejidad y controversia del tema. El marco interdisciplinario del doctorado y el contexto de su grupo de investigación, me permitió buscar respuestas a mis dudas en áreas de pensamiento diferentes a lo convencionalmente arquitectónico, tales como feminismo contemporáneo, teorías de la corporalidad y afecto, fenomenología y pensamiento situacionista, postcolonialismo y “border thinking”. Como resultado, pude trazar una serie de historias y realidades paralelas, y conceptos de tiempo divergentes relacionados con la vida de las mujeres, que no coincidían con las normas acostumbradas de un mundo uniforme de un pensamiento racional universal. Retomando las ideas de Eva Lootz (“La mujer construye: plomada, secreto y depresión”, en http://www.lamujerconstruye.org/actividades/es/otrosarticulos/plomadasecretodepresion.htm), podría decir que inmersas en tan diversas situaciones y contextos de vida, las mujeres han llegado a ser personas que han construido una personalidad caleidoscópica y dividida, a veces “zurcida de emergencia” y desgarrada, a veces brillante y a veces resultado de una negociación entre los grupos y lenguajes. “Ser mujer” es ser como una cobija de “patchwork”, más un enjambre que un individuo simple, algo precaria pero también elástica y vibrante. “Ser mujer” es tener “una identidad funcional de urgencia”. Y así como son ellas, así son sus espacios.
El estudio de la arquitectura y de la ciudad desde la óptica de las mujeres trae como consecuencia el fortalecimiento del valor de la “experiencia” como un puente directo entre el espacio construido y la realidad vivida y su problemática social. El análisis desde la vida cotidiana de las mujeres hace desaparecer la distancia entre la autenticidad de lo vivido y espontaneidad de la conciencia y la representación o abstracción conceptual. La experiencia cuestiona las normas desde su ubicación en lo materialmente situado y permite producir procesos de actuación y performatividad que construyen identidades y nuevas respuestas espaciales emergentes.
Juhani Pallasmaa (“Towards an Architecture of Humility”, 1998, p.193) describe como las modas arquitectónicas de hoy buscan expresiones explícitas directas que muchas veces son completamente ajenas a la vida real, ya que las realidades de la vida cotidiana “contaminarían” la belleza pura. El resultado es un sueño de un contexto urbano-arquitectónico icónico de espectáculo, en que cada arquitecto desea imprimir su huella. Sin embargo, la arquitectura debería enfocar su atención en una dirección diferente, en revelar las múltiples capas y tejidos de la experiencia de las historias de la existencia humana. Quizás justamente nosotras las mujeres podemos hacer el esfuerzo de transformar los espacios y llenarlos con el olvidado aspecto social y ético de la arquitectura, reivindicar el habitar, construir el sentido poético del ser humano pequeño, mortal e imperfecto, y proponer nuevas aproximaciones a la arquitectura a través de lo cotidiano, de lo contextual, de las memorias, de los deseos y de los cuerpos sensibles; un “genius loci” a lo femenino.