Por un México sin piratería
Profesora de Tiempo Completo del Departamento de Derecho UDLAP.
Cuando hablamos de piratería nos llegan a la mente conceptos como barato, de baja calidad, ilegítimo o ilegal. No vemos nada positivo en dicha connotación, sin embargo, es un problema que atañe a la sociedad mexicana. Aunque sabemos de sus connotaciones negativas, vemos piratería por todos lados, en la calle, afuera del metro, e incluso en locales establecidos. Tenemos amigas que venden marcas “clones”, y sabemos que se baja música y películas de internet de lugares dudosos.
Legalmente Generalmente se identifica la piratería con la copia ilegal de productos en materia de derechos de autor, pero sabemos que trasciende a otros productos. Actualmente encontramos películas pirata, bolsas piratas, ropa pirata, música pirata y cualquier producto o servicio que se esté vendiendo sin la autorización del titular de una marca o de un derecho de autor (y en algunos casos patentes, además de otras figuras en materia de propiedad intelectual).
Considero que el problema de la piratería tiene muchas explicaciones, pero la más importante es de carácter cultural. México se ha adherido a varios tratados internacionales para proteger la propiedad intelectual, las autoridades mexicanas han intensificado las estrategias para combatirlas sin resultados aparentes. La piratería ocasiona daños a nuestra economía, además de que deteriora el valor de las obras de artistas, autores y comerciantes. Eso debe ser suficiente para respetar sus derechos. Sin embargo, no parece haber remordimiento al momento de comprar artículos piratas o de bajar películas y canciones sin el pago de regalías. Sabemos que robar es malo, y condenamos al que lo hace. Sabemos que la piratería es ilegal, pero nuestra actitud ante ella es diferente. Por ello mi argumento de que la piratería es una cuestión cultural. Algunos justifican la piratería por cuestión de capacidad adquisitiva. Es decir, si una persona apenas y tiene para subsistir con el salario mínimo, como reprocharle que compre una película 10 pesos, cuando en las tiendas valen 300 pesos. Lo interesante es que el consumo de la piratería no tiene clases sociales, ya que sin importar la clase social, muchas personas adquieren muchos de estos artículos, aun tendiendo la capacidad económica para hacerlo. Policías, jueces, estudiantes, profesionistas, profesores, entre muchos otros, compran piratería.
La población universitaria que baja música o películas en páginas de internet que no pagan regalías es alta, tal y como se discutió hace años en el caso Napster. El problema radica en que no lo vemos mal, se nos hace natural. Tal y como el gobierno está combatiendo la obesidad infantil a través de campañas en las escuelas, tiene que implementar una campaña en donde se pueda concientizar de la importancia de la propiedad intelectual en nuestra economía. Sin duda debe dejar atrás esos anuncios que vemos en la tele o en las películas que rentamos de NO A LA PIRATERÍA, que se basan en estrategias que no convencen a nadie. Si no trabajamos con las generaciones nuevas, dudo que podamos ver un México sin piratería.