La salud mental y la pandemia: la crisis que sigue
Dr. Luis A. Barroso
Director académico de posgrados de la Escuela de Negocios y Economía
luis.barroso@udlap.mx
@lbarrosom
Es difícil poder negar que la pandemia por la que estamos atravesando ha afectado al mundo de manera significativa y en lo individual a diferentes aspectos de nuestra vida diaria. Las rutinas y actividades –que en el caso de nuestro país eran comunes hasta antes de marzo de 2020– se transformaron para muchos de nosotros en un confinamiento que, aunque no del todo posible para todos, sí tuvo un impacto en el desenvolvimiento de los dinamismos habituales en cada una de nuestras comunidades.
Asumiendo, sin negar que existan voces que puedan opinar diferente, dicho confinamiento ha tenido como objetivo el mitigar la propagación de un virus «nuevo» entre los habitantes de las comunidades en todo el planeta. Este esfuerzo –primero sanitario– ha tenido como consecuencia un impacto económico no menor a nivel mundial y cuyos resultados no hemos terminado de ver. Expertos aseguran que es probable que la recuperación económica tome más tiempo que la solución al problema de salud.
Ante esto, el secretario general de las ONU, António Guterres, advierte la necesidad de reforzar a los ya de por si exigidos servicios sanitarios. Este refuerzo solicitado por el secretario general se debe no sólo a la pandemia, sino a las consecuencias secundarias que ésta va a tener en la salud mental de la población. Guterres asegura que además de la respuesta al impacto sanitario y económico, la mella causada por la afectación a la salud mental queda lejos de ser poca cosa.
Ya desde antes de la pandemia, los trastornos mentales en regiones tan importantes como la comunidad europea destacaban entre las dolencias más atendidas por sus habitantes. En Europa, los costos en atender estos casos son de aproximadamente 600,000 millones de euros al año. Ahora, durante estos tiempos de pandemia, donde se han adoptado ciertos cambios de rutina, se ha registrado un aumento en fenómenos como alteraciones al sueño, que como consecuencia genera en muchas ocasiones un incremento en consumo de fármacos o alcohol.
Tan grave puede llegar a ser este problema durante y después de la pandemia, que expertos del Psychiatric Times, revista especializada en el tema, aseguran que el desarrollo de programas orientados a este tipo de cuidados es tan importante y necesario como la vacuna misma que tan ansiosamente esperamos hoy para mitigar el COVID-19.
El llamado del secretario Guterres ha encontrado diferentes niveles de respuesta en variantes latitudes. En Inglaterra, por ejemplo, diversas instituciones están ya sumándose al llamado para brindar apoyo psicológico y psiquiátrico a la población que así lo solicite en estos momentos. Algunas de estas instituciones están llevando a cabo un esfuerzo importante para poder robustecer sus sistemas de telemedicina, con el cual se puede acceder a especialistas en salud mental a través de video-consultas. Desafortunadamente, ese no es el caso de nuestro país, aunque existen institutos que trabajan en este tipo de trastorno, el apoyo que estas instituciones reciben en situaciones «normales» es acotado, y hasta ahora no se ha generado ningún tipo de estímulo para poder atender este contexto de manera diferente a la que estamos viviendo. Esperemos que, como en muchos otros ámbitos, se escuche a los expertos para así poder brindar soluciones oportunas a un problema que se avecina.