Vida, muerte, amor y repeticiones en “La fuente de la vida” de Aronofsky: Capilla del Arte UDLAP
En el marco del ciclo homenaje a Darren Aronofsky dentro de nuestros Viernes de Cinexpectativas, Capilla del Arte proyectará este 24 de octubre la cinta La fuente de la vida, la obra más personal de este joven y talentoso director neoyorquino.
A propósito de esta cinta protagonizada por Hugh Jackm y Rachel Weisz, les compartimos la reseña de Christian Moreno Pineda, estudiante de Filosofía y nuestro prestador de Servicio Social.
Recuerda, Capilla del Arte está ubicada en la 2 Norte 6, en el Centro Histórico de Puebla. La entrada a todas nuestras actividades es libre.
La fuente de la vida (The Fountain) (2006)
DIRECCIÓN – Darren Aronofsky
GUIÓN – Darren Aronofsky, Ari Handel
FOTOGRAFÍA – Matthew Libatique
MÚSICA – Clint Mansell
PRODUCCIÓN – Eric Whatson, Arnon Milchan, Iain Smithç
La fuente de la vida es el tercer largometraje de Darren Aronofsky, posiblemente su obra más ambiciosa hasta Noé (2014) y partícipe –aún- del impulso que la buena recepción de Réquiem por un sueño (2000) generó en la carrera del director. Una mezcla entre elementos de drama y ciencia ficción, en diálogo directo con 2001: Odisea del espacio (1968) de Stanley Kubrick, pero que a diferencia de la mayoría de cintas del género, aborda a través de la ancestral figura del “árbol de la vida” –en su versión maya y hebrea principalmente-, temas como la inmortalidad, la existencia de la fe, la posibilidad de redención, la esperanza en la Gentagelsen –o repetición– y el amor.
Aunque la producción presentó una serie de problemas -como la salida del reparto original, en el que se encontraba, Brad Pitt y Cate Blanchett, recortes de presupuesto y una cancelación en 2002- Aronofsky fue capaz de seguir adelante con menos de la mitad del presupuesto inicial y presentar lo que hasta ahora –podemos afirmar- es su obra más reflexiva. Por otro lado, como es recurrente en la filmografía de este realizador, la fotografía y la musicalización son primordiales. En La fuente de la vida, el director estadounidense vuelve a hacer equipo con Clint Mansell y el Kronos Quartet –quien se encargara de interpretar las creaciones de Mansell para Réquiem- sumando a la exitosa carrera del compositor la nominación al Globo de Oro en 2006. Asimismo, pensamos que es de destacar que Aronofsky no recurrió al diseño digital para las imágenes de la nebulosa de Orión, en su lugar, revive una técnica de micro-fotografía que consiste en registrar las reacciones químicas en pequeñas placas de Petri, mostrando que su inventiva no se agota a nivel de guión.
La cinta muestra de manera paralela la repetición en la vida de Tom Creo (Hugh Jackman) a lo largo de mil años; como el conquistador Tomás en el siglo XVI, el Dr. Tom Creo en el siglo XXI y el astronauta del siglo XXVI Tommy Creo; y cómo en cada una de ellas, la búsqueda –simbólica o no- del Árbol de la Vida supone la salvación de la mujer que ama (Rachel Weisz).
Al igual que en Pi (1998) Aronofsky vuelve sobre una idea antigua relacionada con la existencia espiritual de hombre, por un lado; la figura del Árbol de la Vida, presente en todas las culturas antiguas, desde Egipto hasta Mesoamérica; por el otro, la idea de la repetición, que en las antiguas cosmologías constituía la doctrina del “gran año”, un gran ciclo que no solo reiteraba los acontecimientos individuales, sino que literalmente se creía “la fuente misma de la eternidad”, pues esta doctrina excluye todo sentido escatológico del mundo, toda visión lineal del tiempo, haciendo hincapié en que la oposición habitual entre pasado y futuro es solo una ilusión: el instante no significa el tránsito de un pasado hacia un futuro, sino que en él mismo se muestra el tiempo eterno, un instante que se ha repetido y repetirá una infinidad de veces; el escenario perfecto para pensar en la trasmigración de la mítica Hindú, la reencarnación o la metempsicosis órfica y pitagórica. En definitiva una cinta con un estilo visual fresco y con un argumento sólido que intenta hacer eco dentro de la ciencia ficción y de la que solo puede lamentarse ser tan poco conocida.