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Diversidad: abarcando la arquitectura

Mtra. Claudia Bonilla López.

Profesora de Tiempo completo del Departamento de Arquitectura en la UDLAP.

inclusion-arquitecturaLa flexibilidad y la capacidad física de adaptación del hombre al medio que lo envuelve es relativamente débil comparada con la de los animales -quienes a través del tiempo la naturaleza se encargó de ajustar sus cuerpos para que sobrevivieran en sus entornos-.Sin embargo, la raza humana entendió desde el inicio la necesidad de transformar su medio para evitar su propio desgaste e impulsar su bienestar.  Una vez que resolvió los problemas básicos de supervivencia, tuvo tiempo para ser productivo enfocándose en gran medida en su confort.

Si entendemos confort como aquello que genera bienestar y lo completamos con una definición básica de diccionario [1]  en donde dice que es: comodidad o bienestar que se obtiene con cosas materiales, podríamos argüir que lo que define nuestro bienestar es meramente nuestro medio ambiente y los elementos que lo conforman, como temperatura, ruido, iluminación y olor. En ese caso estaríamos olvidando el confort producido por nuestra mente, es decir, todos estos estímulos físicos que capta nuestro cerebro traduciéndolos en una información sensorial positiva o negativa dando como resultado su correspondiente estado anímico. Si éste último fuera positivo estaríamos hablando del confort psicológico.  Por lo tanto, al considerarse al confort de una manera integral dentro de espacios, construidos por el hombre, que nos ayudan a cubrir las funciones que histórica y regionalmente ha necesitado para vivir con bienestar, obtendremos las condiciones básicas de la habitabilidad.  A esto podremos agregar, para optimizar estas condiciones: la experiencia de satisfacción por sentir un impacto ante la belleza de un espacio arquitectónico exterior e interior al abarcarlo, al poseerlo y al habitarlo. Pero, ¿estamos incluidos todos en esta “ilusión” de abarcar y habitar, de disfrutar y tener confort en cada espacio arquitectónico?.  No.

Somos capaces de resolver todo lo anterior para los que pueden verlo, caminarlo, sentirlo, oírlo, tocarlo, olerlo, percibirlo…..para los que no pueden, no.

Mejorar las condiciones espaciales en las que se desenvuelven quienes no comparten las condiciones físicas o intelectuales del resto es lo que nos queda como solución emergente ante siglos de arquitectura excluyente, ¡pero no es la inclusión!.

Como hacedores de espacios diseñados para el confort humano debemos entender que justamente lo que hacemos es para el ser humano y como individuos, somos diferentes y cambiamos todo el tiempo. Nacemos sanos o no, crecemos, envejecemos, nos accidentamos, nos enfermamos. En algún momento, si es que no ya lo somos, nos haremos discapacitados en algo. En algún momento dejaremos de disfrutar de ese confort arquitectónico tan difícilmente planeado solo para los “perfectos”.

Es de suma importancia que el arquitecto y arquitecto de interiores contemporáneos asuman la gran responsabilidad que tienen al planear, diseñar, construir, remodelar cada espacio, incorporando desde el inicio a todos, haciendo una verdadera arquitectura incluyente para no llegar a los parches arquitectónicos que resultan tan caros y a veces ineficientes cuando la inclusión no se toma en cuenta en el momento adecuado. Esa es parte de nuestra tarea, – que como profesores de arquitectura y de arquitectura de interiores en la Universidad de las Américas, Puebla, estamos asumiendo – formar futuros profesionistas con la sensibilidad y conocimientos necesarios que los pongan en la vanguardia en estos temas, no por moda sino por hábito para que la arquitectura responda a la diversidad.


[1] 2013, K Dictionaries Ltd.

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